El punto ciego

El ser humano actual es el resultado de la evolución. La naturaleza va probando opciones, y corrigiendo las mismas a través de la supervivencia. Lo que es bueno para la supervivencia permanece, lo que no, desparece.

No somos perfectos. Los humanos. Ni mental, ni físicamente.

Un ejemplo de ello es nuestra visión, que no es tan buena como lo de otros animales. Como los pulpos, que aun teniendo un ojo similar al nuestro, no tienen el famoso punto ciego que padecemos los humanos.

La retina está cubierta de fotorreceptores que captan la información lumínica que el nervio óptico posteriormente manda a nuestro cerebro. Menos en el punto en que el nervio óptico cruza la retina, ya que este es el punto de partida en el cual la imagen recogida por el nervio óptico viaja a nuestra corteza cerebral. Y he aquí el motivo por el que los humanos tenemos un punto ciego en cada ojo.

En los ojos del pulpo las fibras del nervio óptico están detrás de la retina, por lo que no necesitan atravesarla por ningún punto en su camino al cerebro, por ello, los pulpos, no padecen de ese punto ciego.

Diagrama comparativo del ojo de los vertebrados (izquierda), y el ojo de los cefalópodos (derecha). 1 es la retina y 2 las fibras nerviosas. 3 es el nervio óptico. 4 es el punto ciego de los vertebrados.
Atribución: Caerbannog – based on Image:Evolution_eye.png created by Jerry Crimson Mann 07:07, 2 August 2005 UTC (itself under GFDL).

Habitualmente no se suele percibir esta falta de información visual, puesto que el cerebro compensa el punto ciego con datos del entorno, con información del otro ojo y combinando las diversas imágenes que produce el movimiento ocular.

El punto ciego del ojo derecho se encuentra a la derecha de nuestro eje central de visión, mientras que en el ojo izquierdo se encontrará a la izquierda de nuestro eje central de visión. Con ambos ojos abiertos, los puntos ciegos no pueden percibirse porque al unir los campos visuales de cada ojo estos corrigen el espacio no percibido. Incluso, con un ojo cerrado, el punto ciego puede ser difícil de detectar debido a que nuestro cerebro ignora intencionalmente la porción sin imagen recibida.

Es decir, ante un problema de hardware humano, nuestro cerebro hace un apaño de software, al estilo de la Inteligencia Artificial tan cacareada. Crea una imagen a partir de lo que percibe del entorno para que no tengamos un punto vacío en medio de nuestra visión.

Pero podemos ver dónde nuestro cerebro recrea «lo que falta» con un sencillo truco:

  1. Cierra el ojo izquierdo.
  2. Mantén tu pulgar izquierdo frente a ti con el brazo estirado.
  3. Con el ojo izquierdo aún cerrado, coloca tu pulgar derecho junto al izquierdo.
  4. Sigue visualizando el pulgar izquierdo.
  5. Lentamente, mueve tu pulgar derecho hacia la derecha mientras sigues enfocando tu pulgar izquierdo.
  6. En el momento en el que tu pulgar derecho parezca desaparecer, habrás encontrado tu punto ciego del ojo derecho.

Hay otras defectos en nuestro organismo que nos hace imperfectos, como el aparato reproductivo masculino que está sin protección, la garganta cuyo mejorable funcionamiento provoca atragantamientos, nuestra dependencia de la vitamina C, para sintetizar el colágeno que requerimos para no padecer escorbuto, los problemas que acarrea el canal del parto humano o lo pobremente evolucionamos que están nuestros pies.

El ser humano actual es el resultado de la evolución. La naturaleza va probando opciones, y corrigiendo las mismas a través de la supervivencia. Lo que es bueno para la supervivencia permanece, lo que no, desparece. Porque, básicamente, esos individuos mueren. Prueba y error. No diseño. Es como un trozo de madera que vas moldeando poco a poco, muy lentamente. Y nunca está completo. Porque no se puede alcanzar la perfección. Siempre habrá concesiones que hacer. Para que esto suceda, habrá que sacrificar aquello. Prueba y error.

Y ahora, esto, aplícatelo a todo.

Imagen de portada  de Marina Vitale.