La incompetencia nos priva de la capacidad de darnos cuenta de lo ineptos que somos

Aquellos con un bajo desempeño en una tarea, sobrestiman en gran medida sus propias habilidades y se autocalifican por encima de la media.

Si te echas zumo de limón por la cara, las cámaras de vigilancia no podrán reconocerte. Eso es lo que creía a pies juntillas el listo de McArthur Wheeler, que en enero de 1995, intentaría atracar, junto con un complice, dos bancos en Pittsburg. Como cualquiera con dos dedos de frente pensaría, el intento se quedo en eso, la policía lo cogería con asombrosa facilidad. El listo no entendía cómo le habían reconocido «¡¡¡si tenía zumo de limón por la cara!!!». Y es que el hombre creía que el limón evitaba ser reconocido por las cámaras de vigilancia y había probado su hipótesis haciéndose una foto con una Polaroid tras echarse zumo en la cara… y los ojos… lo que le impedía ver correctamente, por lo que la foto mostró que, correctamente a su hipótesis, él no aparecía en la misma. Con toda probabilidad, al no hacerse un selfie correctamente.

La ignorancia genera confianza con más frecuencia que el conocimiento

Charles Darwin, 1871

Un profesor de psicología social de la Universidad de Cornell, David Dunning, y su colega Justin Kruger, descubrieron en un estudio basado en este incidente, un curioso patrón: aquellos con un bajo desempeño en una tarea, sobrestiman en gran medida sus propias habilidades y se autocalifican por encima de la media. Básicamente, se creen mejor de lo que realmente son, porque, en realidad ni siquiera son capaces de saber que lo que hacen, lo hacen mal. No reconocen sus propias limitaciones. A esto se le denomina efecto Dunning-Kruger.

Después de ampliar el estudio a varios campos, y de que el mismo fuera considerado un clásico de la psicología social, se llegó a la conclusión, basada en las evidencias, de que «En cualquier grupo con un espectro de habilidades, aquellos que se ubicaban en el 25% inferior del desempeño son los menos capaces al evaluar sus talentos». Resumiendo: si haces las cosas mal, creerás que las haces bien, porque no llegas a tener las mínimas habilidades sobre esa tarea como para darte cuenta de que lo haces mal.

La lógica nos dicta que para saber si hacemos algo bien o mal, debemos primero tener las habilidades para ello, para poder diferenciar lo que es correcto de lo incorrecto. Nuestra incompetencia nos priva de la capacidad de darnos cuenta de que lo incompetentes que somos. Esto nos lleva a tener una enorme confianza en nosotros mismos, creyendo que somos muy buenos haciendo una tarea.

Hay demasiadas cosas que no sabemos que desconocemos.

Pero tampoco seamos sádicos con nosotros mismos sobre este tema. Es cierto que solemos ser conscientes de nuestras propias incompetencias, pero hay demasiadas cosas que no sabemos que desconocemos. Dunning llamó a esto «anosognosia de la vida cotidiana«, basándose en el término médico «anosognosia«, por la que un paciente desconoce que padece una discapacidad.

Ante esta situación, quizá sería bueno tener siempre presente que cuanta mas confianza tengamos sobre nuestras capacidades, igual lo que experimentamos sea en realidad una falta de conocimientos sobre ellas.

Tener la precaución de no sobreestimar tus propias capacidades igual sea el remedio para evitar caer en la auto zancadilla de ignorar tu propia incompetencia.

Vamos, que dejes de ser un engreído que te las sabes todas. No eres tan listo como te crees que eres. Ni tan divertido. Ni tan guapo. Ni tan buen deportista. Ni tan buena persona. Parte de ahí.

Y no te eches zumo de limón por la cara.

Imagen de portada de Sticker Mule