¿Es la apuesta por la IA de Microsoft un caballo de Troya para impulsar Azure?

Cuanta más dependencia hacia la IA tengamos, más firme, segura e inamovible será la posición de aquellos que dispongan de la infraestructura técnica capaz de sostenerla.

«La gallina de los huevos de oro (de Microsoft) es monetizar la nube con Azure porque estamos hablando de lo que podría ser una oportunidad de 20.000, 30.000 o 40.000 millones de dólares anuales en el futuro si la apuesta por la IA tiene éxito.»

Dan Ives, Wedbush Securities, en este artículo de France24.

Todo artículo que habla sobre la Inteligencia Artificial Generativa estos meses, obvia un tema de crucial importancia, el costo económico brutal que lleva consigo el desarrollo de la misma. Así que nos alegra mucho encontrar el artículo mencionado arriba, donde, por primera vez, vemos que alguien sale de la estrechez de miras, con comentarios a lo blockbuster, que es en lo que parece que se ha convertido hablar del tema en los medios.

Con limitadas opciones de infraestructuras, entre las que elegir, para plantar una IA.

Para que cualquier software basado en una IA generativa funcione, es necesaria una ingente capacidad de procesamiento. Y al menos que las empresas comiencen su aventura con una inversión de varios cientos de millones de euros solo en comprar tarjetas Nvidia (la gran beneficiada de esta desatada locura de la IA generativa), lo van a tener imposible. Así que la opción más lógica, para todas esas empresas que temen perder el tren de la IA, es optar por la computación en la Nube. Y ahí solo hay tres servicios realmente disponibles entre los que elegir, AWS de Amazon, Azure de Microsoft o Google Cloud. Siendo el de Microsoft el más cacareado últimamente, por su unión de marca con el servicio de IA generativa ChatGT. Aunque la que tiene más cuota de mercado hasta ahora es AWS, algo que puede cambiar en breve con la apuesta de los de Redmond por OpenAI.

¿Hacia un monopolio tecnológico?, algo de lo que Microsoft sabe mucho.

Pero, quizá, lo más preocupante de esta vorágine sobre la IA, es que está cimentando aún más la hegemonía de los grandes del sector tecnológico, sin dejar sitio a nuevas propuestas empresariales. Cuando la barrera de entrada es una necesidad de inversión desmesurada, estás dejando fuera al 99.99% de tus futuros competidores.

Cuanta más dependencia hacia la IA se genere en servicios de software habituales, más firme, segura e inamovible será la posición de aquellos que dispongan de la infraestructura técnica capaz de sostenerla. Y de esos hay pocos. Ni siquiera Apple la posee, a pesar de disponer del famoso servicio en la nube iCloud, parte de su infraestructura está alojada en los servidores de Google Cloud y Azure.

El factor coste.

Así que, a parte de los dilemas éticos, la carencia de regulaciones y otras vicisitudes que afronta la nueva niña bonita de las tecnológicas, no deberíamos perder nunca de vista lo que entrañan sus factores de costo económico y medioambiental (que estas máquinas de altísimo redimiendo funcionen, requiere de un gasto exacerbado de energía eléctrica). Y los problemas que eso generará en el futuro.

Quién sabe, igual nos estamos acercando, sigilosamente y de verdad, a lo que las películas de los 80 y 90 preveían en sus futuros distópicos, con megacorporaciones que controlaban la sociedad a través de la tecnología y la economía; y donde la política ya apenas era un chiste (Blade Runner, RoboCop, The Terminator, Aliens…)

Quién sabe.

Imagen de portada de Super Snapper