La amistad sin límites, en realidad sí los tiene

En este blog hemos señalado en repetidas ocasiones el pragmatismo por el que los diferentes dirigentes chinos se han guiado las últimas décadas. Un nuevo ejemplo de ese pragmatismo lo vemos es el "enfriamiento" de las relaciones chino-rusas y el fin de la política Zero-COVID.

Si a los primeros conatos de protestas populares, por la exagerada prolongación de la política de contención del COVID, el líder chino Xi Jinping levantó las medidas que se habían extendido durante casi tres años; no le iba a temblar mucho el pulso a Xi para regular sobre su «supuesta» alianza con Rusia, al constatar que no parece flaquear la postura unificada de Occidente contra Putin.

Al principio todo era amor

Justo antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los mandatarios Vladimir Putin y Xi Jinping manifestaron públicamente una «amistad sin límites» y «sin zonas prohibidas en materia de cooperación». Cuando se cumple un año de la guerra de Putin, China está reconsiderando su concepto de «amistad sin límites».

Oficialmente, Pekín ha mantenido una cierta ambigüedad en el conflicto bélico desde sus inicios. Si bien es verdad que China ha culpado públicamente a Washington, opinando que la guerra ha sido una consecuencia previsible de la expansión de la OTAN; por otra parte, desde China no ha habido un apoyo importante a Moscú en el conflicto. Algo que se vería lógico tras esa declaración conjunta de «amistas y cooperación sin límites» de hace un año.

Un apoyo que no llega

El Washington Post afirma que Rusia ha pedido a China ese apoyo prometido, en numerosas ocasiones. Y que ese apoyo debía ser tanto financiero como tecnológico. Pero esa asistencia no ha llegado.

Y es que China se encuentra en una de sus eternas encrucijadas. Una guerra nunca beneficia a un fabricante de bienes de consumo, como es China, la fábrica del mundo (aunque cada vez menos, tras la revisión del concepto de globalización que ha traído la crisis del COVID). Porque si los consumidores de tus bienes tienen poco efectivo para gastar, tú vas a ver caer tu demanda.

Rusia contra el mundo, y China en medio

Rusia ha utilizado la energía para echarle un pulso a Europa durante el conflicto, y aunque ha calculado mal y no le ha salido del todo bien la jugada, lo cierto es que esto ha llevado a que los consumidores europeos hayan visto aumentar su factura energética. Lo que es malo para China, porque ha obligado a los europeos a gastar menos en productos made in China.

Y no hay que olvidar, que aunque China veía antes del conflicto a Rusia como uno de sus grandes aliados económicos, buscando depender menos de sus principales socios comerciales, que son, sorpresa, la Union Europea y Estados Unidos, posicionarse abiertamente contra estos, para apoyar a su nueva apuesta comercial, es como morder la mano que te da de comer hoy.

Un ejemplo de que esa alianza de futuro que era Rusia para China no ha cuajado, es que no ha habido nuevas inversiones chinas en Rusia durante los primeros seis meses de 2022. Y es que China está evitando provocar a occidente. Si bien de boquilla la alianza chino-rusa sigue adelante, en la práctica está más que paralizada. Sería como dos consuegros en una boda que se saludan, sonríen y se hacen fotos juntos, pero después, cada uno se sienta en su mesa. Dejando un pasillo de por medio.

Europa sorprende con su inesperada unidad

Los analistas creen que China no creía que la guerra en Ucrania supondría una prioridad para la Unión Europea, y muchos menos había previsto, tampoco lo hizo Putin, la enorme involucración de Europa en el conflicto, al apoyar financiera y militarmente al país invadido. En su defensa, Europa y Estados Unidos tienen un largo historial de mirar a otra parte cuando se dan estos conflictos, aunque se den en el patio trasero de Europa, así que era algo previsible que occidente decidiera dejar pasar el tiempo. Algo, que como vimos todos en directo, no ocurrió en esta ocasión.

¿Cambios en la política china?

Por último, China está cortando cabezas. Y poniendo nuevas. La que ha caído es la del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, famoso por su dura retórica con Occidente. Quién ha llegado para sustituirle es Qin Gang, quien, tras una reunión con su homólogo ruso, dejó ver que oficialmente «las relaciones entre China y Rusia se basan en la no alianza, la no confrontación y la no agresión a terceros».

¿Pero no era una amistad sin límites? Parece que no.

Y si de palabras hablamos, quedan ahí también las del mismísimo Xi Jinping, refiriéndose claramente a Putin, al calificar de inaceptable «el uso o la amenaza del uso de armas nucleares«.

China pensaba en Moscú como un aliado económico y político, pero se encontró con el enorme error de cálculo geopolítico de Rusia. No está claro si Putin avisó a Xi de sus intenciones de invadir Ucrania. Desde China, oficial y extraoficialmente, mantienen que no. Si eso es así, lo cierto es que Xi Jinping se encontró con un pastel de bodas podrido en su mesa del convite, puesto ahí por su consuegro.

Foto de portada de Geoffroy Hauwen en Unsplash