A la hora de crear productos para la industria de la alimentación todo gira entorno al concepto del bliss point (punto de felicidad, en inglés), que hace referencia a la cantidad justa de un ingrediente, como la sal, el azúcar o las grasas, que potencia el sabor. El primer estudio sobre el concepto bliss point fue el realizado por el investigador de estudios de mercado y psicofísico estadounidense Howard Moskowitz, conocido por su exitoso trabajo en la creación y optimización de productos para alimentos que van desde la salsa de espagueti hasta los refrescos.
Bliss point es ese perfil sensorial en el que te gusta más la comida
Howard Moskowitz
El bliss point para la sal, el azúcar o las grasas es un rango dentro del cual nuestra percepción cree que no es ni demasiada cantidad ni demasiada poca, sino el punto «justo» de salado, dulce o graso.
El cuerpo humano ha evolucionado para favorecer los alimentos que ofrecen estos sabores: el cerebro responde con una «recompensa» en forma de una sacudida de endorfinas, recuerda lo que hicimos para obtener esa recompensa, y nos hace querer hacerlo de nuevo, un efecto dirigido por la dopamina, un neurotransmisor.
Las combinaciones de azúcar, grasa y sal actúan a la vez, y son más gratificantes que cualquiera de ellas por sí solas. En la optimización de productos alimenticios, el objetivo es incluir dos o tres de estos nutrientes en su bliss point, su punto de felicidad.
Ahora coge un envoltorio de cualquier producto de alimentación que tengas en casa y mira el etiquetado. Lo más probable es que encuentres al menos dos de estos tres elementos, azúcar, sal y grasas, aunque lo más seguro es que encuentres los tres en cualquier producto precocinado. Ya sabes el porqué.
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